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miércoles, 20 de junio de 2012

VENEZUELA, AMOR A PRIMERA VISTA


En el año 2007, mientras organizábamos el I Mundial de Fútbol Infantil en Uruguay, con la participación de 32 equipos, en un hecho inédito para América Latina, entre tantos equipos que querían participar recibí una llamada del Prof. Saúl Maldonado (en ese momento en el UAM), y del gran Varilla González, casi en el límite de la selección de los equipos que participarían, con la intención que el Unión Atlético Maracaibo pudiera participar en el mismo con la Categoría U13.

Tomando en cuenta que Venezuela no tenía un representante, opté por aceptarlos en el Mundial. En esa delegación participaban muchachos que recién se iniciaban, en unas categorías menores que aún no estaban establecidas en dicho equipo.

La participación del UAM en ese Mundial, fue sin pena ni gloria. Justo hay que decirlo, producto de que llegaron a Uruguay con un equipo muy por debajo de la edad en la mayoría de su  plantel.  

Pero en una de las tantas reuniones que tuve, conocí a la Dra. Ana Clara Barboza de Di Martino,  encargada de la delegación del equipo venezolano. Entre tanto intercambio de información, en el cual le di mi visión del fútbol menor, y de mi trabajo, en pocos días recibí la invitación del UAM a realizar un torneo internacional en Maracaibo luego de la Copa América.

Como siempre fui un saltimbanqui con un motor interno de conocer el mundo y sus costumbres, allá fuimos invitados a ver la Copa América en el 2007 y además conversar sobre asuntos del Club y sus categorías menores.

No pasó  mucho tiempo en el que recibí formalmente la invitación para que presentara un proyecto de categorías menores del UAM, con lo que llevaría en caso de aceptar, quedarme un tiempo en Maracaibo.

Creo que el resto de la historia es conocida por muchos, implementamos un sistema innovador para ese año de lo que sería un proyecto integral de formación humana y deportiva y tuvimos el placer de organizar 2 mundialitos internacionales únicos en Maracaibo.

Se formó un grupo excepcional, de entrenadores, con el Prof. Freddie Ellie (al que al día de hoy tengo una gran amistad y admiración), Prof. Johannes Hernandez, Prof. Pedro León (un profesional de aquellos), Frank Flores, Fernando Villalobos, entre otros .

Tuve un 1er año difícil, llegamos en una época donde se trabajaba en islas, donde todo era individual, y donde la idiosincrasia maracucha no permitía muchos los cambios de trabajo, más viniendo de la boca de un extranjero. Fue un año donde tuve que “aprender a ser maracucho”, donde los cambios primero vinieron en mí, luego en los demás, donde esa conciencia colectiva de trabajo debería partir primero en el conocimiento profundo por la ciudad, sus costumbres, y luego si, lograr adaptarnos todos al colectivo de un objetivo común.

 Más aún donde el primer año, sólo teníamos 40 muchachos para formar las categorías menores, algo que muchos pensaron era imposible realizar lo que nos habíamos propuesto.

El tiempo, pasó, y con la paciencia necesaria, fuimos logrando resultados, no solamente en lo que a formación se refiere, sino que ya al otro año teníamos todas las categorías formadas, con un total de más de 300 niños. 

El resto de la historia es sabida. Llegamos a ser uno de los equipos de mejor nivel de entrenamiento en el país, con tecnología avanzada (en el 2008 ya teníamos un software de seguimiento en el crecimiento de los muchachos). 

Tal vez lo más difícil haya sido convencer a los entrenadores que ellos eran formadores y recreadores, y que los entrenadores como tal pertenecían al otro mundo, al competitivo, que no se trabajaba para llenar los curriculums de logros deportivos de los formadores, ni de trofeos para el Club, sino para encontrarle un sentido de la vida a esos muchachos, que no todos llegarían a ser jugadores profesionales, y que el UAM no era una fábrica de jugadores de fútbol sino un lugar de formación integral con lo que ello significa. Muchos entendieron el mensaje. El tiempo fue pasando y algunos talentos han llegado a ser lo que son producto de ese trabajo, que aún al dia de hoy con Fundauam como estandarte, lo siguen con suceso Frank Flores y Fernando Villalobos, con el trabajo incesante de algunos representantes. 

Fuimos los primeros en hablar de un equipo multidisciplinario, con un psicólogo, para crear una escuela para padres. Algo que fue creado en su momento para que pudiéramos desdramatizar el fútbol de los niños, para quitar esa imagen de presión y obligaciones que tanto daño le hacen al niño, para descomprimir. Pasaron tantas cosas después con el UAM, dolorosas para el balompié venezolano, que toda esa etapa quedó a mitad de camino, en un proyecto donde inicialmente era a 4 años, con otra etapa de 4 años mas de consolidación. Es materia pendiente en lo personal.

Y mi relación con Venezuela? Bien. A lo largo de esos años, creo que fue como cuando a uno le presentan a una nueva mujer en una cita a ciegas. Uno llega a la cita con poca expectativa, tal vez con el único pensamiento de que ella será una más. Confieso que me equivoqué. 

Conocer a esa hermosa mujer llamada Venezuela, me cambió la vida. Confieso que fue un amor a primera vista. Me enamoré del país, pero más de su gente. Me sentí siempre de la familia de cada uno que me abrió las puertas en forma desinteresada.

En ese país, me enamoré, lloré, aprendí, gané y perdí, en ese país agregué a mi maleta de vida, a grandes y fieles amigos, donde comparto mi vida a diario.

El pabellón criollo, la hallaca, el sancocho, el mondongo o la cachapa, ya estaban incorporados felizmente a mi vida biológica.

Aprendí que el venezolano, no habla español, el venezolano con su forma tan especial de sentir su propia identidad, habla sencillamente, venezolano. Ni más ni menos, con esa riqueza de léxico popular que lo caracteriza y que nos saca una sonrisa cuando menos la esperamos, por ese folclore tan particular, tal vez porque es alegre por naturaleza, arraigado a su tierra.

Tal vez maneja con tanta pasión su vida, que a veces la torna demasiado extremista, no tiene puntos grises, o se es o no se es; a veces esas circunstancias lo lleva a situaciones poco estables.

No se le entra por la prepotencia, porque no le gusta, no se le puede imponer nada, se le entra con paciencia, se le entra con la misma intensidad de amistad que el venezolano propone. No encuentro otra ecuación para ser amigo de un venezolano. Da a veces más de lo que recibe.

Claro, es posible que no tenga una opinión muy objetiva, cuando ya mi corazón es compartido, con ese país, pero como siempre lo he dicho, cuando uno encuentra sus afectos, encuentra sin lugar a dudas, la patria. Venezuela es también mi patria. Me siento orgulloso de ser uruguayo de nacimiento, claro, pero también me siento orgulloso de sentirme venezolano de corazón.

Gracias Venezuela.

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