En el año 2007, mientras
organizábamos el I Mundial de Fútbol Infantil en Uruguay, con la participación
de 32 equipos, en un hecho inédito para América Latina, entre tantos equipos
que querían participar recibí una llamada del Prof. Saúl Maldonado (en ese
momento en el UAM), y del gran Varilla González, casi en el límite de la
selección de los equipos que participarían, con la intención que el Unión
Atlético Maracaibo pudiera participar en el mismo con la Categoría U13.
Tomando en cuenta que Venezuela
no tenía un representante, opté por aceptarlos en el Mundial. En esa delegación
participaban muchachos que recién se iniciaban, en unas categorías menores que
aún no estaban establecidas en dicho equipo.
La participación del UAM en ese Mundial,
fue sin pena ni gloria. Justo hay que decirlo, producto de que llegaron a
Uruguay con un equipo muy por debajo de la edad en la mayoría de su plantel.
Pero en una de las tantas
reuniones que tuve, conocí a la Dra. Ana Clara Barboza de Di Martino, encargada de la delegación del equipo
venezolano. Entre tanto intercambio de información, en el cual le di mi visión
del fútbol menor, y de mi trabajo, en pocos días recibí la invitación del UAM a
realizar un torneo internacional en Maracaibo luego de la Copa América.
Como siempre fui un saltimbanqui
con un motor interno de conocer el mundo y sus costumbres, allá fuimos
invitados a ver la Copa América en el 2007 y además conversar sobre asuntos del
Club y sus categorías menores.
No pasó mucho tiempo en el que recibí formalmente la
invitación para que presentara un proyecto de categorías menores del UAM, con
lo que llevaría en caso de aceptar, quedarme un tiempo en Maracaibo.
Creo que el resto de la historia
es conocida por muchos, implementamos un sistema innovador para ese año de lo
que sería un proyecto integral de formación humana y deportiva y tuvimos el
placer de organizar 2 mundialitos internacionales únicos en Maracaibo.
Se formó un grupo excepcional, de
entrenadores, con el Prof. Freddie Ellie (al que al día de hoy tengo una gran
amistad y admiración), Prof. Johannes Hernandez, Prof. Pedro León (un
profesional de aquellos), Frank Flores, Fernando Villalobos, entre otros .
Tuve un 1er año difícil, llegamos
en una época donde se trabajaba en islas, donde todo era individual, y donde la
idiosincrasia maracucha no permitía muchos los cambios de trabajo, más viniendo
de la boca de un extranjero. Fue un año donde tuve que “aprender a ser
maracucho”, donde los cambios primero vinieron en mí, luego en los demás, donde
esa conciencia colectiva de trabajo debería partir primero en el conocimiento
profundo por la ciudad, sus costumbres, y luego si, lograr adaptarnos todos al
colectivo de un objetivo común.
Más aún donde el primer año, sólo
teníamos 40 muchachos para formar las categorías menores, algo que muchos
pensaron era imposible realizar lo que nos habíamos propuesto.
El tiempo, pasó, y con la
paciencia necesaria, fuimos logrando resultados, no solamente en lo que a
formación se refiere, sino que ya al otro año teníamos todas las categorías
formadas, con un total de más de 300 niños.
El resto de la historia es sabida.
Llegamos a ser uno de los equipos de mejor nivel de entrenamiento en el país, con
tecnología avanzada (en el 2008 ya teníamos un software de seguimiento en el
crecimiento de los muchachos).
Tal vez lo más difícil haya sido convencer a los
entrenadores que ellos eran formadores y recreadores, y que los entrenadores
como tal pertenecían al otro mundo, al competitivo, que no se trabajaba para
llenar los curriculums de logros deportivos de los formadores, ni de trofeos
para el Club, sino para encontrarle un sentido de la vida a esos muchachos, que
no todos llegarían a ser jugadores profesionales, y que el UAM no era una
fábrica de jugadores de fútbol sino un lugar de formación integral con lo que
ello significa. Muchos entendieron el mensaje. El tiempo fue pasando y algunos
talentos han llegado a ser lo que son producto de ese trabajo, que aún al dia
de hoy con Fundauam como estandarte, lo siguen con suceso Frank Flores y
Fernando Villalobos, con el trabajo incesante de algunos representantes.
Fuimos
los primeros en hablar de un equipo multidisciplinario, con un psicólogo, para
crear una escuela para padres. Algo que fue creado en su momento para que pudiéramos
desdramatizar el fútbol de los niños, para quitar esa imagen de presión y
obligaciones que tanto daño le hacen al niño, para descomprimir. Pasaron tantas
cosas después con el UAM, dolorosas para el balompié venezolano, que toda esa
etapa quedó a mitad de camino, en un proyecto donde inicialmente era a 4 años,
con otra etapa de 4 años mas de consolidación. Es materia pendiente en lo
personal.
Y mi relación con Venezuela?
Bien. A lo largo de esos años, creo que fue como cuando a uno le presentan a
una nueva mujer en una cita a ciegas. Uno llega a la cita con poca expectativa,
tal vez con el único pensamiento de que ella será una más. Confieso que me
equivoqué.
Conocer a esa hermosa mujer llamada Venezuela, me cambió la vida.
Confieso que fue un amor a primera vista. Me enamoré del país, pero más de su
gente. Me sentí siempre de la familia de cada uno que me abrió las puertas en
forma desinteresada.
En ese país, me enamoré, lloré,
aprendí, gané y perdí, en ese país agregué a mi maleta de vida, a grandes y
fieles amigos, donde comparto mi vida a diario.
El pabellón criollo, la hallaca,
el sancocho, el mondongo o la cachapa, ya estaban incorporados felizmente a mi
vida biológica.
Aprendí que el venezolano, no
habla español, el venezolano con su forma tan especial de sentir su propia
identidad, habla sencillamente, venezolano. Ni más ni menos, con esa riqueza de
léxico popular que lo caracteriza y que nos saca una sonrisa cuando menos la
esperamos, por ese folclore tan particular, tal vez porque es alegre por
naturaleza, arraigado a su tierra.
Tal vez maneja con tanta pasión
su vida, que a veces la torna demasiado extremista, no tiene puntos grises, o
se es o no se es; a veces esas circunstancias lo lleva a situaciones poco
estables.
No se le entra por la
prepotencia, porque no le gusta, no se le puede imponer nada, se le entra con
paciencia, se le entra con la misma intensidad de amistad que el venezolano
propone. No encuentro otra ecuación para ser amigo de un venezolano. Da a veces
más de lo que recibe.
Claro, es posible que no tenga
una opinión muy objetiva, cuando ya mi corazón es compartido, con ese país,
pero como siempre lo he dicho, cuando uno encuentra sus afectos, encuentra sin
lugar a dudas, la patria. Venezuela es también mi patria. Me siento orgulloso
de ser uruguayo de nacimiento, claro, pero también me siento orgulloso de
sentirme venezolano de corazón.
Gracias Venezuela.
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