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martes, 26 de junio de 2012

LA REALIDAD DEL FÚTBOL MENOR EN AMÉRICA LATINA



Me gusta hablar de fútbol, eso ya lo saben muchos de ustedes, pero me gusta hablar del fútbol menor e infantil, ese fútbol de los más pequeñitos, que es y ha sido siempre el leimotiv de mi vida.

En definitiva hablemos del fútbol de ellos, no del nuestro, como solemos creer, porque es un mundo independiente que les pertenece solamente a ellos.

En el mundo de los niños que corren detrás de un balón, se palpita el sentido mismo del futbol, se palpita la libertad del juego, o por lo menos cuando se les permite y no se les invade por ese spray contagiante que es el mundo adulto.

Pero a pesar de todo el futbol infantil fue, es, y seguirá siendo, un mundo de experiencias personales, únicas e  intransferibles.


Lamentablemente fuera de este hermoso mundo sano e inocente, existe la realidad de algunos adultos invasores e irresponsables,  que utilizan la aberrante herramienta de la presión para lograr resultados deportivos y tal vez por eso valga la pena que podamos reflexionar juntos sobre una realidad que para muchos pasa en forma imperceptible.


Existe una zona mental incomprensible donde el orden de los factores sí altera el producto, en la cual se espera que el niño llegue a primera división, sea un campeón… basado en egoísmos y acomodos, a cualquier precio, sin importar la formación del niño.


Ya hemos dicho que muchos “especialistas” han manifestado que el fútbol es uno sólo. Equivocados están. Existe el “fútbol recreativo”, el “fútbol formativo” y el “fútbol competitivo”, tres mundos diferentes que están en constante cambio, que no permiten invasiones.


Cuantos entrenadores que no acceden al mundo laboral en el fútbol competitivo “invaden” el formativo pensando que saben todo de una de las áreas más sensibles y difíciles de trabajar, aplicando metodologías que nada tienen que ver con lo formativo (el famoso modelo de gesto eficaz), pensando que los niños son hombres pequeños? El que dirige un avión no significa que sepa dirigir un camión.


Cuantos entrenadores hay que piensan que el fútbol recreativo y formativo es una carrera para llegar el fútbol competitivo?


No se trabaja en el fútbol formativo para hacer carrera y llegar al fútbol competitivo, no se trabaja tampoco para  llenar la hoja de vida de los formadores (que algunos lo llaman equivocadamente entrenadores), no es para llenar las vitrinas de los clubes, no! no!, de ninguna manera. Se trabaja para encontrarles a estos muchachos un sentido de la vida, y si llegan a ser futbolistas que sean los mejores, pero el fútbol formativo no es una fábrica de jugadores de fútbol. Que quede claro

En la etapa recreativa, de los 5 a los 9 años, debe de predominar el juego libre, el jugar por el placer, el “jugar para aprender”. Con un objetivo psicomotor, donde el niño conozca su 
proprio cuerpo en tiempo y espacio. Es lo que llamamos la etapa del descubrimiento.

Ya en etapas formativas, el “aprender a jugar”, se usa el balón en realidad de juego, aprendiendo gestos técnicos generales, pero sigue dominando la libertad del juego, sin ningún tipo de obligaciones. Es lo que llamamos la fase de fundamentación entre los 11 y los 13 años. Esta tal vez sea una de las etapas más delicadas en la formación de la fundamentación técnica del niño, ya que es una etapa donde no se puede regresar. Todo gesto de fundamentación que no lo aprende en estas etapas no lo aprenderá en las siguientes. 


Es cierto que en  todos late el sueño de jugar profesionalmente pero no todos están tocados por la varita mágica del destino que permitirá concretar el anhelo; de hecho, 1 de cada 19.000 niños que practican futbol logran semejante privilegio.


En estos tiempos que corren, el futbol infantil paso de ser una actividad de placer a una actividad donde predominan las obligaciones, las presiones y deformaciones en la educación integral del niño, donde lo que no es útil y rentable para el adulto se convierte en inútil, transformando al fútbol infantil, ese de los niños, ese de los más pequeñitos, en una estructura atroz, donde muchos quedan por el camino, en una selección salvaje y atroz, en una cruel maquina de picar seres humanos indefensos, y donde se patea la Convención sobre los derechos del Niño con total impunidad.


Tiene que quedar muy claro que para un niño, el jugar no es  un privilegio, sino un derecho fundamental de los niños, consagrado en la Convención sobre los Derechos del Niño. Sólo se requiere respetarlos por el mundo adulto y, para ello, se infiere que el único camino posible es la educación, entre ella la educación en valores:

Derecho a participar en las competiciones deportivas.
Derecho a  participar en un nivel adecuado con la habilidad.

Derecho a tener un liderazgo adulto calificado.

Derecho a jugar como un niño y no como un adulto.

Derecho a compartir el liderazgo y toma de decisiones.

Derecho a participar en un entorno seguro y saludable.

Derecho a una preparación adecuada para la competición.

Derecho a una igualdad de oportunidades para tratar de conseguir el éxito.

Derecho a ser tratado con dignidad.

Derecho a divertirse en su participación deportiva.


Quienes somos los arquitectos en la formación de estos niños, a saber, padres, recreadores, formadores, árbitros y dirigentes, tenemos la obligación moral de analizar profundamente la situación actual que vivimos, que  pasa desinteresadamente por unos imperceptiblemente por otros y para ellos debemos poner el bisturí a fondo de la realidad del fútbol infantil mundial. 



Esa loca tentación de intensificar la presión competitiva en edades cada vez más tempranas es un disparate que sólo puede entenderse por la ignorancia, o el extravío social en que nos movemos hoy en día. Socialmente debe de ser rechazado.


Creemos que una escuela de fútbol que nace apuntando solamente al fútbol nace muerta. Una escuela de fútbol que se limita solamente a la enseñanza y repetición de gestos propios de la disciplina (modelo de gesto eficaz basada en la vieja escuela), formará un futbolista predecible, fácilmente anulado por un contrario que analice su patrón de juego.
Por el contrario, una escuela que fomente la práctica variada, formará un deportista primero y luego un especialista, en este caso, un futbolista con una gran capacidad para tomar decisiones precisas que lo conviertan en un jugador impredecible en momentos culminantes que, al fin y al cabo, es lo que hoy en día marca la diferencia entre dos equipos de fútbol alto nivel.

Para algunos parece que no está claro que siempre son más importantes 
los niños y su formación, que la actividad que realizan.

Debemos para esta locura social de inmediatez de querer formar un talento como quien coloca una comida en el microondas, y para ello  forzar una adaptación de los pequeños a una actividad que no ha sido pensada para ellos y que, en lugar de animarles, puede frustrar su aproximación al deporte en general

Ese contagio del mundo adulto, de querer acelerar el rendimiento de un niño sin respetar su reloj biológico, es absolutamente incompatible con la evolución más lenta y personal que vive cada uno de los niños en las distintas etapas de su crecimiento.


Y ahí comienza esa selección absurda y prematura basada en  función de los resultados que provoca una discriminación inaceptable e inútil, por cuanto que aleja a la mayoría del disfrute del juego elegido, descartando a todos aquellos que tienen un ritmo de maduración más lento.


Olvidar que en la etapa recreativa y escolar los entrenadores son educadores antes que nada, es una irresponsabilidad que termina imponiendo los modelos de conducta social más absurdos.


Paralelamente al extraordinario aumento del número de practicantes que se inician en el fútbol de competición a edades cada vez más tempranas, se está produciendo un adelanto de las edades en que se produce el abandono masivo de este deporte, y para eso damos números de cada 20 millones de niños que practican futbol, 16 abandonan antes de los 13 años.

La prolongación del entrenamiento formal bajo la disciplina de innumerables clubes y escuelas de fútbol produce un incremento notable en el número de jóvenes promesas, pero cada vez son más escasos los jugadores excepcionales a los que se ofrece la responsabilidad de tomar el relevo de las actuales estrellas del fútbol.


Estamos viviendo tiempos de impaciencia, e improvisación en la que la élite del fútbol evidencia graves deficiencias en la planificación a medio y largo plazo. La opulencia que venden los más privilegiados oculta las miserias del fútbol básico, la cantera y el futuro de este deporte, al que apenas se dedican recursos para mejorar la formación integral de los jugadores y sus preparadores, desde las primeras etapas, lamentablemente.

Cada ingreso de dinero que un Club recibe, lo destina a la compra de nuevos jugadores desestimando de invertir en un recurso de mucho mayor valor: sus bases. Sus formadores son los que mayor responsabilidad tiene en la formación de talentos, que es donde está la reserva de oro del Club, y sin embargo son los que menos salario perciben. 

Veo discusiones constantes de saber donde están las claves de la estabilidad en los clubes, sin observar que el secreto de la capitalización está en las bases. Tan fácil y simple como eso. 

Pero claro la inmediatez del resultado deportivo prima sobre la paciencia del trabajo a mediano y largo plazo, sin tener políticas de inversión clara en las Divisiones menores.La mayoría de los clubes no tienen algo tan necesario en la formación de talentos: la paciencia.

Ni siquiera se ha pensado en destinar un % de incentivo por venta de jugadores formados en las canteras, que son responsabilidad de esos formadores de bajo perfil, pero que son los más recordados cuando un jugador llega a la élite del fútbol. Por que? Simplemente porque ellos fueron parte importante en su crecimiento como jugadores. Está leyendo bien mi amigo lector, si, estoy reivindicando la tarea del formador de menores. Tan silenciosa como despreciada. Tan importante como olvidada.


Se ha considerado que el niño debe aprender el “modelo de gesto eficaz”, modelo extraído del futbol de alta competición, es decir, una apropiación de la técnica por parte del niño.


Este modelo de enseñanza deportiva ha concebido al educando como alguien capaz de reproducir exactamente los patrones que, institucionalmente, son aceptados como básicos, y que sitúan a “la técnica” en el lugar privilegiado de la enseñanza, en donde se visualiza al niño como un futuro “campeón” y sobre esta imagen se ha construido todo un proceso de iniciación.


Visto así, no ha sido el deporte el que se ha adaptado al niño, sino el niño al deporte.

Es importante recordar, que los deportes de equipo más que un conjunto de técnicas, son ante todo, un juego. Olvidar esto, es desconocer gravemente las leyes del aprendizaje. La principal preocupación de un profesor/formador no debe ser modelar al niño, sino dotarle de una gran autonomía motriz que le permita adaptarse a cualquier situación.


No hay campo de juego de fútbol menor sobre todo en América Latina, donde no vea la presión como a los niños se les exigen resultados, se les grita para que metan pierna fuerte, que ganen todo, que salgan campeones e interiormente y por lo bajo que sean los salvadores de la familia. Esto hasta parece una crónica del mundo del fútbol adulto, que consumimos a diario. Pero nada más lejos que eso. Es simplemente el nuevo mundo de los más pequeños, el mundo del futbol infantil.

A pesar del crecimiento fabuloso de esta industria del futbol, creemos que se avanza muy lentamente en el conocimiento del fútbol y en la mejora en la calidad de todas sus estructuras. Actualmente domina la mentalidad más tradicional según la cual todo está inventado. Es lo que suelo llamar “vieja escuela foramativa” tan absurda como obsoleta.


La repetición disciplinada de automatismos en los entrenamientos, y esta obsesión por ganar en la competición temprana, limitan la práctica del juego, que es el medio más estimulante para que el niño tome confianza, aprenda y disfrute, también del fútbol. En lugar de pasárselo bien, educarse en el juego limpio y despertar su creatividad, la disciplina empleada para garantizar el orden, termina, muchas veces, aburriendo a los niños.

Ya todos sabemos que los intereses que mueven el fútbol a nivel mundial son, tal vez, aún más grandes que las multitudes de aficionados, pero la situación cambia de matices cuando son los derechos de  los niños los que se encuentran en juego.


La formación deportiva es un proceso global que no sólo busca el desarrollo de las capacidades específicas (físicas, tácticas-técnicas y psicológicas) del fútbol, sino también la creación de hábitos deportivos, la mejoría de la salud y la adquisición de un conjunto de valores, como la responsabilidad, la solidaridad y la cooperación, que contribuyen a la formación integral de los jóvenes.

Que disfruten de nuevos hábitos más activos y saludables, conseguiremos que no abandonen nunca un estilo de vida ciertamente recomendable. Entonces sí, llegarán tan lejos como puedan en este deporte y, sea cual sea el resultado final de su trayectoria futbolística, habremos ganado de todas formas.


La aplicación de pedagogías tradicionales centradas en la transmisión, a todos por igual, de aquello que han de aprender, produce una clonación de jugadores que integran colectivos con un rendimiento enorme a corto plazo, pero excesivamente previsibles, para satisfacer las exigencias de flexibilidad y excepcionalidad individual que reclama la elite del fútbol.


Después de muchos años de sobre entrenamiento y dedicación prácticamente exclusiva al fútbol, soñando con ser uno de los elegidos, a la inmensa mayoría de los participantes en este deporte les aguarda una salida frustrante, que poco o nada tiene que ver con el futuro anhelado.


Cabe preguntarse si no se está pagando un precio muy alto para acercarse al espejismo que representan los ídolos del fútbol, tan difundido como inalcanzable, donde las excepciones confirman la norma. Si realmente merece la pena sacrificar la infancia y la juventud de tantos deportistas, a cambio de una formación tan limitada y unas promesas de éxito tan poco ciertas.


De ninguna manera podemos completar la formación de nuestros muchachos sino a ellos no les inculcamos ese espíritu crítico, esa capacidad de abstracción que les haga constantemente cuestionarse el por qué de las cosas, la finalidad de los ejercicios que realizan y el beneficio de los mismos.


 “La naturaleza estableció que los niños sean niños antes de ser adultos, si invertimos esos valores solo produciremos frutos verdes sin jugo” 




2 comentarios:

  1. muy interesante señor gonzalo como siempre con la persepectiva en el lado sensible del deporte, ciertamente hoy dia se trata de crear un ejercito de niños soldado al nivel del deporte cuando en realidad se debe formar a una persona y luego a un deportista pero no todos tienen esa perspectiva del deporte y por eso muchos talentos se han perdido en el camino, si bien existen esos muchachos que asimilan y entienden todo con velocidad asombrosa la gran mayoria requiere primero formarse, podria decirse que esta clase de jugadores o deportistas juveniles que captan rapidamente la idea son esos genios que imponen nuevos paradigmas en el deporte vease leonel messi, ronaldo nazario ETC.. pero hoy dia debido a lo que usted dice sobre la economia y la necesidad de formar jugadores de manera instantanea se subestima la calidad de muchos jugadores sencillamente por el hecho de no haber estado a la altura de algun evento en determinado momento pero tambien se podria estar destruyendo un gran telento por no darle la confianza que necesita, bien podria ponerse como ejemplo a yohandry orozco que no recibe minutos por que el DT sencillamente no confia o no sabe como afrontar el reto de formar al jugador, existen dos tipos de entrenador el entrenador normal y el maestro entrenador el cual sabe como empujar hacia el futuro a los jugadores ejemplo de ello en la actualidad pep guardiola, un saludo amigo.

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    1. Claro , y te comento más, cuantos equipos nacionales traen extranjeros que ni siquiera marcan la diferencia y se les paga 5 veces mas que los demás, dejando relegados a muchos que vienen trabajando duro desde las bases?..y después hablamos de que no hay equilibrio de economías en los Clubes? Pedimos valorizar nuestros talentos en el extranjero, pero por otro lado desvalorizamos los que tenemos en el mercado interno. No es fácil

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